Página 135 - Mensajes para los J

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Una experiencia viviente
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Los que aprecian las palabras de Cristo no se alejan de la reunión
de oración o de la reunión donde el mensajero del Señor ha sido
enviado para decirles cosas de interés eterno. Jesús ha dicho: “Donde
están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de
ellos”
¿Pueden permitirse escoger el placer y perder la bendición?
La indulgencia en estas cosas tiene una marcada influencia, no solo
en la vida y el carácter de ustedes, sino en la vida y el carácter de
sus compañeros.
Si todos los que profesan ser seguidores de Cristo fueran así de
hecho y en verdad, tendrían la mente de Cristo y obrarían las obras de
Dios. Resistirían la tentación de complacer el yo y mostrarían que no
disfrutan más de los frívolos placeres del mundo que del privilegio
de encontrarse con Cristo en la reunión de testimonios. Entonces
tendrían una decidida influencia sobre otros y los inducirían a seguir
su ejemplo.
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Las acciones hablan en voz más alta que las palabras, y los
que aman el placer no aprecian las ricas bendiciones de estar en la
asamblea del pueblo de Dios. No aprecian el privilegio de influir en
sus compañeros para que vayan con ellos, con la esperanza de que
su corazón sea enternecido por el Espíritu del Señor. ¿Quién va con
ellos a estas reuniones mundanas? Jesús no está allí para bendecir a
los congregados. Pero Satanás hará acudir a la mente muchas cosas
que no dejan lugar para los asuntos de interés eterno. Para él es una
oportunidad de confundir el bien mezclándolo con el mal.
La asistencia a las reuniones mundanas crea un gusto por las
distracciones excitantes y debilita la fuerza moral. Los que aman el
placer pueden mantener una forma de piedad, pero no tienen relación
vital con Dios. Su fe está muerta, su celo ha desaparecido. No sienten
la preocupación de decir una palabra oportuna a las personas que
están sin Cristo y de instarlas a entregar su corazón al Señor.—
The
Youth’s Instructor, 23 de abril de 1912
.
La religión no es un sentimiento
La religión pura y sin mancha no es un sentimiento, sino la
ejecución de obras de misericordia y amor. Esta religión es necesaria
para la salud y la felicidad. Entra en el templo contaminado del
ser y con azote echa a los pecaminosos intrusos. Tomando el trono,