Página 157 - Mensajes para los J

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El carácter que Dios aprueba
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La influencia de los compañeros
Los jóvenes que salen de su casa y dejan de estar bajo el cuidado
vigilante de los padres, hasta cierto punto hacen solos la elección de
sus compañeros. Deberían recordar que está sobre ellos la mirada
del Padre celestial, y que él ve cada una de sus necesidades, de sus
tentaciones. Siempre se encuentran en las escuelas jóvenes que por
su conducta revelan que sus mentes han sido formadas en un molde
inferior. La preparación desacertada que han recibido en la niñez
no ha desarrollado equilibradamente sus caracteres; y al avanzar
ellos en años, sus defectos han permanecido y echado a perder su
experiencia. Estas personas hacen desviar por precepto y ejemplo a
los que son débiles en fuerza moral.
El tiempo es oro, queridos jóvenes. No pongan en peligro su ser
cometiendo los excesos de la juventud. No pueden permitirse el ser
descuidados en cuanto a los compañeros que escogen. Espáciense
en lo que es noble en el carácter de otros, y estos rasgos llegarán a
ser para ustedes un poder moral para resistir el mal y escoger el bien.
Fíjense un blanco alto. Sus padres y maestros, que aman y temen
a Dios, podrán seguirlos día y noche con sus oraciones, podrán
rogarles y amonestarlos, pero todo esto será en vano si escogen
compañeros descuidados. Si no ven el peligro real y piensan que
lo mismo pueden hacer el bien que el mal, según les parezca, no
se darán cuenta que la levadura de impiedad está inficionando y
corrompiendo de un modo insidioso su mente.
Cristo, nuestra única esperanza
Cristo fue afligido, insultado y escarnecido; la tentación lo asal-
taba por todos lados, y sin embargo no pecó, antes prestó a Dios
una obediencia perfecta enteramente satisfactoria. Así quitó para
siempre toda apariencia de excusa para desobedecer. Vino a mostrar
al hombre cómo obedecer, cómo guardar todos los mandamientos.
Se asió del poder divino, y esta es la única esperanza del pecador.
Dio su vida para que el hombre pudiera participar de la naturaleza
divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo
por la concupiscencia [...].