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Capítulo 60—Dar testimonio por Cristo
Todos los que están de parte del Señor han de confesar a Cristo.
“Vosotros sois mis testigos, dice el Señor”
La fe del verdadero
creyente se manifestará por la pureza y santidad del carácter. La fe
actúa por amor y purifica el ser entero, y con la fe habrá la corres-
pondiente obediencia, una ejecución fiel de las palabras de Cristo. El
cristianismo es siempre intensamente práctico, y se adapta a todas
las circunstancias de la vida real. “Vosotros sois mis testigos”. ¿Ante
quién? Ante el mundo, pues han de llevar con ustedes una influencia
santa. Cristo ha de habitar en el ser, y deben hablar de él y manifestar
los encantos de su carácter.
Nuestra conversación
La religión de moda de la época ha amoldado de tal forma el
carácter, que los jóvenes que profesan la religión de Cristo rara vez
mencionan su nombre a sus compañeros. Conversan de muchos
asuntos, pero no hacen del precioso plan de la redención un tema de
conversación. Supongan que como cristianos prácticos cambiáramos
este orden de cosas y mostráramos “las virtudes de aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable”
Si Cristo habita en el
corazón por la fe, no pueden guardar silencio. Si han hallado a Jesús,
serán verdaderos misioneros. Han de ser entusiastas en este asunto, y
hacer saber a los que no aprecian a Jesús, que lo han hallado precioso
para su ser, que él ha puesto en la boca de ustedes un cántico de
alabanza a Dios.
Jóvenes amigos, ¿quieren empezar su vida cristiana como quie-
nes tienen en su corazón el calor del amor de Jesús? Nunca sabrán
cuánto bien pueden hacer a los que no se consideran hijos de Dios,
dirigiéndoles palabras tiernamente razonables y serias en cuanto a la
salvación de su vida. Por otra parte, quizá nunca sepan, hasta el día
del juicio, cuántas oportunidades de ser testigos de Cristo dejaron
pasar sin aprovecharlas. Quizá nunca sepan en este mundo el daño
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