Página 196 - Mensajes para los J

Basic HTML Version

192
Mensajes para los Jóvenes
Preocupación por otros
Los que asisten a la escuela podrían tener influencia en favor del
Salvador, pero ¿quiénes mencionan el nombre de Cristo, y a quiénes
se ve rogar con tierno fervor a sus compañeros para que abandonen
los caminos de pecado y escojan el camino de la santidad?
Esta es la conducta que deberían seguir los jóvenes creyentes,
pero no lo hacen; está más de acuerdo con sus sentimientos el unirse
con el pecador en sus diversiones y placeres. Los jóvenes tienen un
vasto campo de utilidad, pero no lo ven. ¡Oh, si ejercitaran ahora
sus facultades mentales buscando un modo de aproximarse a los
pecadores que perecen con el fin de darles a conocer el camino de la
santidad y, mediante la oración y los ruegos, ganar aunque sea un
alma para Cristo!
¡Qué noble empresa! ¡Un ser que alabará a Dios durante la
eternidad! ¡Un ser que gozará felicidad y vida eterna! ¡Una gema
en su corona que brillará como una estrella para siempre jamás!
Pero aun más de uno puede ser llevado del error a la verdad, del
pecado a la santidad. Dice el Señor por medio del profeta: “Y los que
[144]
enseñan la justicia a la multitud [resplandecerán], como las estrellas
a perpetua eternidad”
Entonces, quienes se ocupan con Cristo y los
ángeles en la obra de salvar a las almas que perecen, son ricamente
recompensados en el reino del cielo.
Vi que muchas almas podrían ser salvadas si los jóvenes es-
tuvieran donde debieran estar, consagrados a Dios y a la verdad;
pero generalmente se colocan en un terreno donde se hace necesario
trabajar constantemente por ellos; de otra manera, llegarían a ser
del mundo. Son una fuente de ansiedad e inquietud constantes. Por
ellos se derraman lágrimas, y del corazón de los padres se elevan
oraciones angustiosas en su favor. Y no obstante, siguen adelante,
indiferentes al dolor que su conducta causa. Siembran espinas en el
pecho de quienes morirían por salvarlos y quisieran que llegaran a
ser lo que Dios se propuso que fueran por los méritos de la sangre
de Cristo [...].