Página 236 - Mensajes para los J

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Capítulo 78—El poder de la oración
Fue en el monte con Dios donde Moisés contempló el modelo
de aquel edificio maravilloso que había de ser morada de la gloria
divina. Es en el monte con Dios—el lugar secreto de comunión—
donde hemos de contemplar su glorioso ideal para la humanidad.
Así seremos habilitados para dirigir de tal manera la edificación de
nuestro carácter que se realice para nosotros la promesa: “Habitaré
y andaré entre ellos. Seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”
Mientras atendemos nuestros quehaceres diarios, deberíamos
elevar el espíritu al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas
suben como incienso ante el trono de gracia y los esfuerzos del
enemigo quedan frustrados. El cristiano cuyo corazón se apoya así
en Dios, no puede ser vencido. No hay malas artes que puedan
destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo
el poder de la gracia divina, todos los recursos de Jehová están
empleados para asegurar su liberación. Así fue como anduvo Enoc
con Dios. Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo
momento de necesidad [...].
En contacto con el infinito
La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espi-
ritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de gracia, y
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conservar, sin embargo, la salud del ser. La oración pone al corazón
en inmediato contacto con la Fuente de la vida, y fortalece los tendo-
nes y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio
de la oración, u órese esporádicamente, de vez en cuando, según
parezca propio, y se perderá la relación con Dios. Las facultades
espirituales perderán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá
de salud y vigor [...].
Es algo maravilloso que podamos orar eficazmente; que seres
mortales indignos y sujetos a yerro posean la facultad de presentar
sus peticiones a Dios. ¿Qué facultad más elevada podría desear el
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