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Mensajes para los Jóvenes
Practiquen la reverencia hasta que llegue a ser una parte de ustedes
mismos.
No tengan tan poca reverencia hacia la casa y el culto de Dios
que conversen con otros durante el sermón. Si los que cometen esta
falta pudieran ver a los ángeles de Dios que los miran y toman en
cuenta su acción, se llenarían de vergüenza y de aborrecimiento
propio. Dios quiere oyentes atentos. El enemigo sembró la cizaña
mientras el hombre dormía.
No debería tratarse con descuido e indiferencia nada que sea
sagrado, que pertenezca al culto de Dios. Cuando se habla la palabra
de vida, deberían recordar que están escuchando la voz de Dios a
través de su siervo delegado. No pierdan esas palabras por falta de
atención; si las atienden, impedirán que sus pies se extravíen por
senderos equivocados.
La liviandad con las cosas religiosas
Me duele ver que muchos jóvenes que profesan la religión no
saben lo que es un cambio de corazón. No experimentan una trans-
formación del carácter. No se dan cuenta de que es una cosa solemne
profesar ser cristianos. Su vida es enteramente inconsecuente con
una actitud mental religiosa. Si pertenecieran al número de los que
son realmente hijos e hijas de Dios, no estarían llenos de necedad, de
broma y frivolidad; en ellos ni hallarían eco las observaciones y la
conducta necias de otros. La mente que está resuelta a obtener el pre-
mio, a lograr el cielo, rechazará con propósito firme y determinado
toda tentativa de bromear con las cosas religiosas.
La indiferencia respecto a este asunto encierra gran peligro;
ninguna insensatez es tan sutil como la ligereza y la liviandad. Por
todos lados vemos a jóvenes de carácter frívolo. Debería eludirse el
trato con los jóvenes de tal clase, pues son peligrosos. Si profesan ser
cristianos, deben ser aún más temidos. Sus mentes han sido formadas
en un molde inferior y será mucho más fácil para ellos hacerlos
descender a su nivel, que para ustedes conducirlos a pensamientos
elevados y ennoblecedores y a una conducta correcta. Elijan como
compañeros a quienes observan el decoro en sus palabras y en su
comportamiento.
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