Página 265 - Mensajes para los J

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El alimento mental apropiado
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compañeras para conducirlas a la fuente del conocimiento. No tenían
una experiencia religiosa profunda. Si no hubieran tenido siempre
delante esta clase de lectura, habría habido alguna esperanza de que
se reformaran, pero la ansiaban y estaban resueltas a tenerla.
Me apena ver a los jóvenes de ambos sexos que así arruinan
su utilidad para esta vida y dejan de obtener la experiencia que los
prepararía para la vida eterna en la sociedad celestial. No podemos
hallar nombre más apropiado para ellos que el de “ebrios mentales”.
Los intemperantes hábitos de lectura ejercen sobre el cerebro
una influencia perniciosa tan cierta como la de la intemperancia en
la comida y la bebida.
El remedio
El mejor modo de impedir el desarrollo de este mal consiste
en adelantarse en la ocupación del terreno. Es necesario ejercer el
mayor cuidado y la mayor vigilancia para cultivar la mente y sembrar
en ella las preciosas semillas de la verdad bíblica. El Señor, en su
gran misericordia, nos ha revelado en las Escrituras las reglas del
santo vivir [...].
Él ha inspirado a hombres santos para que registrasen, para
nuestro beneficio, las instrucciones concernientes a los peligros
que obstruyen el camino y la forma de escapar de ellos. Los que
obedecen su mandato de escudriñar las Escrituras, no ignorarán estas
cosas. En medio de los peligros de los últimos días, cada miembro
de la iglesia debería comprender las razones de su esperanza y fe,
razones que no son difíciles de comprender. Si queremos crecer
en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, hay
suficiente material para ocupar la mente.—
Christian Temperance
and Bible Hygiene, 123-126 (1890)
.
Los primeros pasos en el pecado
Antes que el cristiano peque abiertamente, se verifica en su
corazón un largo proceso de preparación que el mundo ignora. La
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mente no desciende inmediatamente de la pureza y la santidad a
la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para
que los que fueron formados en semejanza de Dios se degraden