Página 269 - Mensajes para los J

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Capítulo 92—Guardar bien las avenidas del alma
“Sobre todo, guarda tu corazón—es el consejo del sabio—, por-
que es la fuente de la vida”
“Tal como piensa [el hombre] en su
corazón, así es él”
El corazón debe ser renovado por la gracia divi-
na, o en vano se buscará pureza en la vida. El que procura desarrollar
un carácter noble y virtuoso, sin la ayuda de la gracia de Cristo, edi-
fica su casa sobre las arenas movedizas. La verá derribarse en las
fieras tempestades de la tentación. La oración de David debiera ser
la petición de cada uno: “Dios, crea en mí un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí”
Y habiendo sido hechos
partícipes del don celestial, debemos proseguir hacia la perfección,
para que gracias a la fe seamos “guardados por el poder de Dios”
Sin embargo, tenemos algo que hacer para resistir a la tentación.
Los que no quieren ser víctimas de las asechanzas de Satanás deben
custodiar cuidadosamente las avenidas del alma; deben abstenerse
de leer, ver u oír cuanto sugiera pensamientos impuros. No se debe
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dejar que la mente se espacie al azar en todos los temas que sugiera
el adversario de las almas. Dice el apóstol Pedro: “Por eso, ceñid
vuestra mente, sed sobrios [...] no os conforméis a los malos deseos
que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia. Antes, como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra conducta”
Pablo dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo
honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es
de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
eso pensad”
Esto requerirá ferviente oración y vigilancia incesante.
Habrá de ayudarnos la influencia permanente del Espíritu Santo, que
atraerá la mente hacia lo alto y la habituará a pensar únicamente en
cosas santas y puras. Debemos estudiar diligentemente la Palabra
de Dios. El salmista dice: “¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu Palabra”, y añade: “En mi corazón he guardado
tus dichos, para no pecar contra ti”
Historia de los Patriarcas y
Profetas, 491, 492
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