Capítulo 101—“Honra a Jehová con tus bienes”
“¿Cuánto debes a mi señor?
¿Hemos de recibir todas las bendi-
ciones de mano de Dios y no retribuirle, ni siquiera dándole nuestro
diezmo, la porción que él se ha reservado? Ha llegado a ser una
costumbre pasar de la línea del sacrificio a la senda de la compla-
cencia propia. Pero, ¿recibiremos continuamente sus favores con
indiferencia sin corresponder en ninguna forma a su amor?
¿No quieren, queridos jóvenes, hacerse misioneros de Dios?
¿Quieren, como no lo han hecho antes, aprender las preciosas lec-
ciones de hacer donativos al Señor poniendo en la tesorería parte de
lo que él les ha dado generosamente para que se deleiten? Sea lo que
fuere aquello que hayan recibido, devuelvan una porción al Dador
como ofrenda de gratitud. También debería entregarse una parte a la
tesorería para obra misionera tanto en el país como en el extranjero.
Tesoros en el cielo
La causa de Dios debería estar muy cerca de nuestro corazón.
La luz de la verdad llegará a ser una gran bendición para otras
familias si los padres y los hijos de la familia que ya ha recibido su
bendición la comunican a otros. Pero cuando las dádivas de Dios,
tan rica y abundantemente prodigadas, se retienen de él y se destinan
egoístamente a nosotros mismos, se experimentará seguramente la
maldición de Dios en lugar de su bendición, pues el Señor lo ha
declarado. El derecho de Dios debe anteponerse a cualquier otro,
y debe satisfacerse primero. Luego hay que atender a los pobres y
los necesitados. No se los debe descuidar, sea cual fuere el costo o
sacrificio para nosotros.
“Y haya alimento en mi casa”
Es deber de nosotros ser tem-
perantes en todas las cosas: en el comer, en el beber y en el vestir.
Deberíamos considerar cuidadosamente nuestras casas y el mobilia-
rio de nuestros hogares, inspirados por el deseo de entregar a Dios
lo que es suyo, no solo como diezmos, sino hasta donde sea posible
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