Capítulo 103—Los regalos en las fiestas
Se acercan las fiestas. En vista de ello, convendrá considerar
cuánto dinero se gasta anualmente en hacer regalos a los que no los
necesitan. La fuerza de la costumbre es tal, que nos parece que des-
cuidamos a los amigos si no les hacemos regalos en estas ocasiones.
Pero recordemos que nuestro bondadoso Benefactor celestial tiene
sobre nosotros derechos superiores a los de cualesquiera amigos
terrenales. ¿No presentaremos nuestras ofrendas a Dios durante las
próximas fiestas? Hasta los niños pueden participar en esta obra.
Podemos dar ropas y otros artículos útiles a los pobres dignos y así
hacer una obra para el Maestro.
Los malos resultados de la complacencia propia
Recuérdese que se celebra la Navidad en conmemoración del
nacimiento del Redentor del mundo. Generalmente se celebra este
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día con festejos y glotonería. Se gastan grandes sumas de dinero
en una innecesaria complacencia propia. Se da rienda suelta a los
apetitos y placeres sensuales a expensas del poder físico, mental y
moral. Sin embargo, esto ha llegado a ser un hábito. El orgullo, la
moda, la satisfacción del paladar han consumido inmensas sumas
de dinero que en realidad no han beneficiado a nadie, sino que han
estimulado un derroche de recursos que desagrada a Dios. Se vive
en estos días glorificando al yo antes que a Dios. Se ha sacrificado
la salud, se ha dado al dinero un uso que es peor que tirarlo, muchos
han perdido la vida por sus excesos en el comer o por una disipación
envilecedora, y se han perdido almas por esta causa.
Dios sería glorificado si sus hijos disfrutaran de un régimen
alimentario sencillo y usaran los medios que les han sido confiados,
para traer a su tesorería ofrendas, pequeñas y grandes, que serían
usadas para enviar la luz de la verdad a las almas que se hallan en
la oscuridad del error. Los corazones de las viudas y los huérfanos
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