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Mensajes para los Jóvenes
a la diestra de Dios; a trabajar fervientemente por la salvación de
los pecadores. Dios pregunta a los que adoptan su nombre: “¿Cómo
están usando las facultades que han sido redimidas por la muerte
de mi Hijo? ¿Están haciendo todo lo que pueden para alcanzar una
altura mayor en la comprensión espiritual? ¿Están poniendo sus
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intereses y actos en armonía con los importantes requisitos de la
eternidad?”
Debe producirse una reforma en el pueblo de Dios. “Así, si
coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios”
Aquellos sobre quienes el Señor ha puesto la carga de su
obra luchan por proclamar el mensaje, para que sean amonestadas las
almas que están pereciendo en la ignorancia. ¿No pueden hacer algo
mediante la abnegación para ayudarlos en su trabajo? Despierten y
muestren, por el celo abnegado y el fervor, que están convertidos.
En la obra de salvar a las almas se requiere todo nuestro dinero.
El dinero invertido por el profeso pueblo de Dios en retratos de
rostros humanos podría sostener a varios misioneros. Muchas co-
rrientes pequeñas, al juntarse, forman un río grande. Cometemos un
desfalco con los bienes de nuestro Señor cuando usamos, para pla-
ceres egoístas, los medios que deberían ser usados para proclamar el
último mensaje de amonestación. Si gastan el dinero del Señor en la
satisfacción propia, ¿cómo pueden esperar que él siga otorgándoles
sus bienes? ¿Qué opinión tiene el Maestro de los que egoístamente
invierten su dinero en fotografías? Ese mismo dinero hubiera podido
ser usado para comprar publicaciones para enviar a los que están en
las tinieblas de la ignorancia.
La verdad que Dios nos ha dado debe anunciarse al mundo. Se
nos ha dado el privilegio de hacer este trabajo. Hemos de sembrar la
semilla de la verdad junto a todas las aguas. El Señor nos pide que
practiquemos la abnegación y el sacrificio. El evangelio demanda
una consagración completa. Las necesidades de la causa demandan
todo lo que podamos dar. Nuestra complacencia en sacar fotografías
ha sido una satisfacción egoísta por parte de nosotros, que testifica
silenciosamente en contra de nosotros. Por esta complacencia se
ha colocado en el cimiento una gran cantidad de madera, heno y
hojarasca, que será consumida por el fuego del último día.