Página 317 - Mensajes para los J

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La edificación del carácter en el hogar
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incapaces, dependerán de la ayuda ajena, y esperarán a que los demás
los favorezcan y cedan a sus deseos. Y si encuentran oposición, aun
en la edad adulta, se creen maltratados; y así recorren su senda por
el mundo acongojados, apenas capaces de llevar su propio peso,
murmurando e irritándose a menudo porque todo no les sale a pedir
de boca [...].
Los hijos deben sentir que tienen una deuda con sus padres,
quienes los han vigilado durante su infancia y cuidado en tiempos
de enfermedad. Deben darse cuenta de que sus padres han sufrido
mucha ansiedad por ellos. Los padres piadosos y concienzudos han
sentido especialmente el más profundo interés en que sus hijos
eligieran el buen camino. ¡Cuánta tristeza sintieron en su corazón al
ver defectos en sus hijos! Si estos, que causaron tanto dolor a esos
corazones, pudieran ver el efecto de su conducta, se arrepentirían
ciertamente de ella. Si pudieran ver las lágrimas de su madre, y
oír sus oraciones a Dios en favor de ellos, si pudieran escuchar sus
reprimidos y entrecortados suspiros, su corazón se conmovería, y
prestamente confesarían sus pecados y pedirían perdón [...].
Fuerzas para el conflicto
Estamos viviendo en una época desdichada para los niños. Se
siente una fuerte corriente que arrastra hacia abajo, hacia la perdi-
ción, y se necesita algo más que una experiencia y fuerza de niño
para remontar esa corriente y no ser llevado por ella. Los jóvenes en
general parecen cautivos de Satanás, y este y sus ángeles los llevan
a una destrucción segura. Satanás y sus huestes hacen guerra contra
el gobierno de Dios y a todos los que tienen deseo de entregar su
corazón al Señor y de obedecer sus requerimientos, Satanás tratará
de hacerles sufrir perplejidad y de vencerlos con sus tentaciones,
con el fin de que se desalienten y renuncien a la lucha [...].
Mediante la oración ferviente y le fe viva, ganarán grandes victo-
rias. Algunos padres no se han dado cuenta de las responsabilidades
que pesan sobre ellos y han descuidado la educación religiosa de sus
hijos. Por la mañana, los primeros pensamientos del cristiano deben
fijarse en Dios. Los trabajos mundanales y el interés propio deben
ser secundarios. Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar
la hora de oración. Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la
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