Página 355 - Mensajes para los J

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Inculcar principios rectos en los jóvenes
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prácticas pecaminosas, a la pobreza, a la cárcel, al homicidio y a la
horca! Y sin embargo, muchos padres no ven el terrible abismo de
ruina abierto para tragarse a nuestros jóvenes.
Entre los placeres más peligrosos se encuentra el teatro. En vez
de ser una escuela de moralidad y virtud como a menudo se dice, es
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el foco mismo de la inmoralidad. Estos entretenimientos fortalecen y
confirman hábitos viciosos y propensiones pecaminosas. Los cantos
bajos, las expresiones, las actitudes y los gestos impúdicos depravan
la imaginación y rebajan las costumbres. Todo joven que asista
habitualmente a tales exhibiciones se corromperá en sus principios.
No hay en nuestro país influencia más poderosa para envenenar la
imaginación, para destruir las impresiones religiosas, para embotar
el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la
vida, que las diversiones teatrales.
El amor por estas escenas aumenta con cada participación en
ellas así como el deseo por las bebidas intoxicantes se fortalece
con su uso. La única conducta segura es evitar el teatro, el circo y
cualquier otro lugar dudoso de diversión.
Hay formas de recreación muy benéficas para el cuerpo y la men-
te. Una mente iluminada, discernidora, hallará abundantes medios
de entretenimiento y diversión, de fuentes no solo inocentes sino
también instructivas. La recreación al aire libre, la contemplación
de las obras de Dios en la naturaleza, será del mayor beneficio.—
Testimonies for the Church 4:651-653
.
Proveer placeres inocentes
No se puede hacer que los jóvenes sean tan calmos y serios como
los ancianos, el hijo tan sobrio como el padre. Aunque se condenan
las diversiones pecaminosas, como en verdad debe hacerse, que los
padres, maestros y tutores de los jóvenes provean en su lugar placeres
inocentes, que no mancillen ni corrompan la moral. No sujeten a
los jóvenes bajo reglas y restricciones rígidas, que los induzcan a
sentirse oprimidos, y a precipitarse en sendas de locura y destrucción.
Con mano firme, bondadosa y considerada, sujeten las riendas del
gobierno, guiando y vigilando sus mentes y propósitos, aunque de
manera tan suave, sabia y amorosa, que ellos puedan darse cuenta de
que ustedes tienen presente sus mejores intereses.—
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