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Capítulo 152—El matrimonio prematuro
Los muchachos y las niñas contraen matrimonio sin amor ni
criterio maduros, sin sentimientos elevados y nobles, y aceptan los
votos matrimoniales completamente impulsados por sus pasiones
juveniles [...].
El peligro de los afectos prematuros
El cariño forjado en la infancia ha terminado frecuentemente
en uniones desgraciadas, o separaciones vergonzosas. Rara vez han
resultado felices las uniones tempranas, si han sido hechas sin el con-
sentimiento de los padres. Deberían mantenerse sujetos los afectos
juveniles hasta que llegue el tiempo en que la edad y la experiencia
suficientes permitan libertarlos con honra y seguridad. Los que no
se dejan sujetar están en peligro de vivir una vida desdichada. El
joven que aún no ha pasado los veinte años es un pobre juez de la
idoneidad de una persona tan joven como él para ser la compañera
de su vida. Una vez que ha madurado su criterio, se contemplan
atados uno a otro para siempre, y quizá sin condiciones para hacerse
mutuamente felices. Entonces, en vez de tratar de sacar el mejor
partido de su suerte, se hacen recriminaciones, la brecha se agranda
hasta sentir completa indiferencia y despreocupación del uno hacia
el otro. La palabra hogar no tiene nada de sagrado para ellos. Hasta
su misma atmósfera está envenenada por palabras duras y amargos
reproches. (
A Solemn Appeal, 11, 12
; edición Signs Publishing Co.
Ltd.).
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