Página 47 - Mensajes para los J

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Las normas de eficiencia
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indispensables de una piedad inteligente. Si dedican al placer y las
diversiones la preciosa mente que debería ser fortalecida por un
propósito elevado y noble, degradan las facultades que Dios les ha
dado y se hacen culpables a su vista, porque no mejoran sus talentos
mediante un uso sabio.
Su espiritualidad empequeñecida es una ofensa a Dios. Manchan
y corrompen las mentes de los seres con quienes se asocian. Por sus
palabras y acciones estimulan el descuido y la desatención de las
cosas sagradas. No solo ponen en peligro su propia vida, sino que dan
un ejemplo perjudicial a todos aquellos con quienes se relacionan.
Son enteramente incompetentes para representar a Cristo. Siendo
siervos del pecado, descuidados, temerarios y desatinados, hacen
apartar a otros del Señor.
Los que se satisfacen con normas bajas, no llegan a ser colabo-
radores de Dios. A los que permiten que su mente vaya a la deriva,
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hacia donde irá si no se la vigila, Satanás les sugiere cosas que la
absorben en tal forma, que los hace adiestrarse en su ejército para
engatusar a otras almas. Pueden profesar ser religiosos, pueden tener
una forma de la piedad, pero son amadores de los placeres más bien
que de Dios.
La habilidad no es piedad
Hay jóvenes que tienen cierta clase de habilidad, reconocida y
admirada por sus conocidos, pero esta habilidad no está santificada.
No está fortalecida y solidificada por las gracias y las pruebas de la
experiencia, y Dios no puede usarla para beneficiar a la humanidad
y glorificar su nombre. Bajo la máscara de la piedad, usan sus fa-
cultades para erigir normas falsas, y los inconversos lo consideran
como excusa para seguir su errónea conducta. Satanás los induce
a divertir a sus compañeros con su tontería y así llamada agudeza.
Todo lo que emprenden tiende a la vulgaridad, porque se hallan bajo
el control del tentador, quien dirige y modela sus caracteres para que
hagan su obra.
Tienen habilidad, pero sin cultivar; tienen capacidad, pero sin
aprovechar. Han recibido talentos, pero los usan mal y los degradan
con necedades, arrastrando a otros a su propio bajo nivel. Por la
vergüenza y el vituperio que soportó, por la abnegación, el sacrificio