Capítulo 17—La verdadera conversión
“Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de
todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos. Os daré
un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros.
Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón
de carne”
Muchos que hablan a otros de la necesidad de un nuevo corazón,
no saben ellos mismos lo que estas palabras significan. En esta frase,
“un corazón nuevo”, tropiezan especialmente los jóvenes. No saben
lo que significa. Esperan que se efectúe un cambio especial en sus
sentimientos. A eso llaman conversión. Miles han tropezado, para su
ruina, en este error, no comprendiendo la expresión: “Es necesario
nacer de nuevo”
No se trata de sentimientos, sino de un cambio de vida
Satanás induce a las personas a pensar que, porque han expe-
rimentado un arrobamiento de los sentimientos, están convertidas.
Pero su vida no cambia. Sus actos siguen siendo los mismos de
antes. Su vida no muestra buen fruto. Oran frecuente y largamente,
y se refieren constantemente a los sentimientos que experimentaron
en tal o cual ocasión. Pero no viven la nueva vida. Están engañados.
Su experiencia no va más allá de los sentimientos. Edifican sobre
arena, y cuando soplan vientos adversos, su casa se derrumba.
Muchos andan a tientas en las tinieblas, en busca de los sen-
timientos que otros dicen haber experimentado. Pasan por alto el
hecho de que el creyente en Cristo debe obrar su propia salvación
con temor y temblor. El pecador convicto tiene algo que hacer. Debe
arrepentirse y manifestar verdadera fe.
Cuando Cristo habla del nuevo corazón, se refiere a la mente, a
la vida, al ser entero. Experimentar un cambio de corazón es apartar
los afectos del mundo y fijarlos en Cristo. Tener un nuevo corazón
es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál
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