Página 77 - Mensajes para los J

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Consejos a una hija consentida
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centinela de tus ojos, oídos y sentidos si quieres controlar tu mente
y evitar que los pensamientos vanos y corruptos manchen tu ser.
Únicamente el poder de la gracia puede cumplir esta muy deseable
obra. Eres débil en este sentido.
El sometimiento de las pasiones y los afectos
Te has vuelto rebelde, atrevida y osada. La gracia de Dios no
tiene lugar en tu corazón. Únicamente por el poder de Dios puedes
colocarte en una posición que te permita recibir su gracia, ser un
instrumento de justicia. No solo requiere Dios que controles tus
pensamientos, sino también tus pasiones y sentimientos. Tu salva-
ción depende de que te gobiernes en estas cosas. Las pasiones y
los afectos son agentes poderosos. Si se utilizan mal, si se ponen
en marcha por motivos equivocados, si se los dirige hacia objetivos
equivocados, serán poderosos para arruinarte y convertirte en una
miserable piltrafa, sin Dios y sin esperanza.
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La imaginación debe ser positiva y persistentemente controlada
si se desea sujetar las pasiones y los afectos a la razón, la conciencia
y el carácter. Estás en peligro, porque estás a punto de sacrificar tus
intereses eternos ante el altar de la pasión. La pasión está obteniendo
el manejo total de tu todo ser. ¿Qué clase de pasión? La de una
naturaleza baja y destructora. Si cedes a ella, amargarás la vida de tus
padres, acarrearás tristeza y vergüenza a tus hermanas, sacrificarás
tu propio carácter, y perderás el cielo y una vida gloriosa e inmortal.
¿Estás dispuesta a hacer esto? Te ruego que te detengas donde estás.
No avances ni un paso más en tu proceder terco y caprichoso, porque
ante ti están la desgracia y la muerte. A menos que domines tus
pasiones y afectos, ciertamente te desprestigiarás a ti misma y a
todos los que te rodean, y traerás la desgracia a tu carácter por el
resto de tu vida.
Eres desobediente a tus padres, impertinente, desagradecida e
impía. Estos miserables rasgos de carácter son los frutos de un
árbol corrupto. Eres atrevida. Te gustan los muchachos y te encanta
hacerlos el tema de tu conversación. “De la abundancia del corazón
habla la boca”
Los hábitos se han fortalecido y te controlan, y
aprendiste a engañar para llevar adelante tus propósitos y cumplir
tus deseos.—
Testimonios para la Iglesia 2:496-498
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