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Capítulo 19—La fortaleza de carácter obtenida por
la lucha
Los primeros treinta años de la vida de Cristo transcurrieron en
la oscura aldea de Nazaret. La maldad de los habitantes de esta aldea
era proverbial; de aquí la pregunta de Natanael: “¿De Nazaret puede
salir algo bueno?
Poco dicen los evangelistas en cuanto a la vida temprana de Cris-
to. Exceptuando un breve relato de su ida a Jerusalén en compañía
de sus padres, no tenemos más que la sencilla declaración: “Y el
niño crecía, se fortalecía y se llenaba de sabiduría. Y la gracia de
Dios estaba sobre él”
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Cristo es nuestro ejemplo en todas las cosas. De acuerdo con la
providencia de Dios, su vida temprana transcurrió en Nazaret, donde
los habitantes eran de tal carácter, que él se encontraba continua-
mente expuesto a las tentaciones y necesitaba estar en guardia para
permanecer puro y sin mancha entre tanto pecado y maldad. Cristo
mismo no escogió ese lugar. Su Padre celestial se lo eligió, para que
su carácter fuera probado de diversos modos. La vida temprana de
Cristo fue sometida a severas pruebas, dificultades y conflictos con
el fin de que desarrollara el carácter perfecto que lo convierte en
ejemplo perfecto para los niños, los jóvenes y los adultos.
Los niños y jóvenes están frecuentemente colocados en un am-
biente que no es favorable para la vida cristiana, y ceden fácilmente
a las tentaciones, alegando como excusa por su conducta pecaminosa
que el ambiente es desfavorable para ellos. Cristo escogió el retiro,
y mediante una vida industriosa, que mantenía activas sus manos,
no invitó a la tentación, sino que se mantuvo alejado de la compañía
de aquellos cuya influencia era corruptora. Cristo recorrió el camino
más desparejo que hayan de transitar alguna vez los niños y los
jóvenes. No le tocó en suerte una vida de abundancia e indolencia.
Sus padres eran pobres y dependían de su trabajo diario para ganar
el sustento; por tanto, la vida de Cristo fue una vida de pobreza,
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