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Capítulo 23—Un punto débil
Podremos jactarnos de estar libres de muchas faltas de las que
otros son culpables, pero aunque tengamos algunos puntos fuertes
en nuestro carácter y tan solo un punto débil, hay comunión entre el
pecado y el alma. El corazón se halla dividido en su servicio, y dice:
“Algo consagro al yo y algo a Dios”. El hijo de Dios debe buscar
el pecado que ha acariciado y ha practicado, y permitir que Dios lo
desaloje de su corazón. Debe vencer ese pecado, pues no es asunto
trivial a la vista de Dios.
Alguien dice: “No soy nada suspicaz, pero cuando soy provocado
digo cosas hirientes, aunque después siempre lamento el haberme
airado”. Otro dice: “Tengo esta o aquella falta, pero detesto tal o
cual ruindad manifestada por cierta persona de mi relación”. El
Señor no nos ha dado una lista graduada de pecados de modo que
consideremos a algunos de poca consecuencia y digamos que harán
poco daño, mientras que otros sean de mayor magnitud y causen
mayor perjuicio.
Ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil. Pode-
mos considerar cierta cadena como buena en conjunto, pero si un
eslabón es débil, no se puede tener confianza en ella. La tarea de
vencer debe ser el tema de estudio de cada alma que entre en el reino
de Dios. No debe ser pronunciada la palabra impaciente que palpita
en los labios. Debe ser apartado el pensamiento de que su carácter
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no es debidamente estimado, pues debilita su influencia y produce
como seguro resultado la disminución de la estima en que otros los
tienen. Deberían vencer la idea de que son mártires y asirse de la
promesa de Cristo, que dice: “Bástate mi gracia”
The Review
and Herald, 1 de agosto de 1893
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El dominio del pensamiento
Deben apartarse del terreno encantado de Satanás y no permitir
que sus mentes sean disuadidas de la alianza con Dios. En Cristo
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