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Capítulo 52—La lealtad de los estudiantes
Los estudiantes que profesan amar a Dios y obedecer la verdad
deben poseer un grado de dominio propio y fortaleza en los princi-
pios religiosos que los habilite para permanecer inconmovibles en
medio de las tentaciones y para permanecer firmes en favor de Jesús
en el colegio, en sus casas de pensión o dondequiera que estén. La
religión no está destinada a ser llevada simplemente como un manto
en la casa de Dios; los principios religiosos deben caracterizar toda
la vida.
El carácter y la conducta
Los que están bebiendo de la fuente de la vida no manifestarán,
como los mundanos, un deseo vehemente de cambio y de placer. En
su comportamiento y carácter se verán el reposo, la paz y la felicidad
que han hallado en Jesús, echando diariamente sus perplejidades y
cargas a sus pies. Demostrarán que en la senda de la obediencia y el
deber hay contentamiento y gozo. Ejercerán sobre sus condiscípulos
una influencia que sentirá toda la escuela. . .
Un joven ferviente, concienzudo y fiel en una escuela es un te-
soro inestimable. Los ángeles del cielo lo miran con amor, y en el
libro mayor del cielo se registra toda obra de justicia, cada tenta-
ción resistida, cada mal vencido. Ese joven está echando un buen
fundamento para el futuro, a fin de poder obtener la vida eterna.
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De los jóvenes cristianos depende en gran medida la conser-
vación y perpetuación de las instituciones que Dios dispuso como
medio de hacer progresar su obra. Nunca hubo un período en el
cual de una generación de hombres dependieran resultados tan im-
portantes. Por lo tanto, ¡cuán importante es que los jóvenes estén
calificados para esta gran obra, a fin de que Dios pueda usarlos co-
mo instrumentos suyos! Su Hacedor tiene sobre ellos derechos que
superan a todos los demás. . .
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