Página 187 - Mensajes Para los J

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Fijad una norma elevada
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Recordad que en cualquier puesto que sirváis reveláis qué móvil
os inspira, y desarrolláis vuestro carácter. Cuanto hagáis, hacedlo
con exactitud y diligencia; dominad la inclinación a buscar tareas
fáciles.
Un servicio de todo corazón
El mismo espíritu y los mismos principios en que uno se inspira
en el trabajo diario compenetrarán toda la vida. Los que buscan una
tarea fija y un salario determinado, y desean dar pruebas de aptitud
sin tomarse la molestia de adaptarse o de prepararse, no son los
hombres a quienes Dios llama para trabajar en su causa. Los que
procuran dar lo menos posible de sus facultades físicas, mentales y
morales, no son los obreros a quienes Dios puede bendecir abundan-
temente. Su ejemplo es contagioso. Los mueve el interés personal.
Los que necesitan que se los vigile, y sólo trabajan cuando se les
señala una tarea bien definida, no serán considerados buenos y fieles
obreros. Se necesitan hombres de energía, integridad y diligencia;
que estén dispuestos a hacer cuanto deba hacerse.
Muchos se inutilizan porque, temiendo fracasar, huyen de las
responsabilidades. Dejan así de adquirir la educación que es fruto
de la experiencia, y que no les pueden dar la lectura y el estudio ni
todas las demás ventajas adquiridas de otros modos.
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El hombre puede modelar las circunstancias, pero nunca debe
permitirse que ellas lo amolden a él. Debemos valernos de las cir-
cunstancias como de instrumentos para obrar. Debemos dominarlas,
y no consentir en que nos dominen.
Los hombres fuertes son los que han sufrido oposición y con-
tradicción. Por el hecho de que ponen en juego sus energías, los
obstáculos con que tropiezan les resultan bendiciones positivas.
Llegan a valerse por sí mismos. Los conflictos y las perplejidades
invitan a confiar en Dios, y determinan la firmeza que desarrolla el
poder.—
El Ministerio de Curación, 397-400
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