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Capítulo 66—La dignidad del trabajo
Era el propósito de Dios aliviar por el trabajo el mal introducido
en el mundo por la desobediencia del hombre. El trabajo podía hacer
ineficaces las tentaciones de Satanás y detener la marea del mal.
Y aunque acompañado de ansiedad, cansancio y dolor, el trabajo
es todavía una fuente de felicidad y desarrollo, y una salvaguardia
contra la tentación. Su disciplina pone en jaque la complacencia
propia, y fomenta la laboriosidad, la pureza y la firmeza. Llega a ser
así parte del gran plan de Dios para restaurarnos de la caída.
El trabajo manual y los juegos
El sentir público es que el trabajo manual es degradante, y sin
embargo los hombres pueden esforzarse tanto como quieren en el
cricket, el baseball o las contiendas pugilísticas, sin que se los con-
sidere degradados. Satanás se deleita cuando ve a los seres humanos
emplear sus facultades físicas y mentales en lo que no educa ni es
útil, que no les ayuda a beneficiar a los que necesitan su ayuda.
Mientras los jóvenes se hacen expertos en juegos que no son de
valor real para ellos ni para los demás, Satanás juega la partida de
la vida por sus almas, arrebatándoles los talentos que Dios les ha
dado, y colocando en su lugar sus malos atributos. Su esfuerzo con-
siste en inducir a los hombres a ignorar a Dios. Procura enfrascar
y envolver la mente tan completamente, que Dios no halle cabida
en su pensamiento. No quiere que la gente conozca a su Hacedor, y
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queda muy complacido si puede poner en marcha juegos y funciones
teatrales que confundan de tal manera los sentidos de los jóvenes,
que se olviden de Dios y del cielo.
Una de las salvaguardias más seguras contra el mal es la ocupa-
ción útil, mientras que la ociosidad es una de las mayores maldicio-
nes; porque el vicio, el crimen y la pobreza siguen en su estela. Los
que están siempre ocupados, que atienden alegremente sus tareas
diarias, son los miembros útiles de la sociedad. Por el cumplimiento
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