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Capítulo 70—La fidelidad en el servicio
Los que son infieles en el menor de los asuntos temporales, serán
infieles en las responsabilidades de mayor importancia. Robarán
a Dios y no responderán a las demandas de la ley divina. No se
darán cuenta de que sus talentos pertenecen a Dios y deberían ser
consagrados a su servicio. No se considera como siervos fieles a los
que no hacen nada por sus patrones fuera de lo que se les ordena,
cuando saben que la prosperidad del trabajo depende de un poco de
esfuerzo extraordinario de su parte. El empleado nota muchas cosas
que esperan ser hechas aun cuando no hayan sido especificadas.
Podrían evitarse desperdicios y pérdidas si aquellos que profesan
el nombre de Jesús manifestasen diligencia concienzuda y esfuerzo
abnegado y pusiesen en práctica en sus vidas los principios de amor
que Cristo nos ha encomendado. Pero en la causa de Dios trabajan
muchos que sirven al ojo.
La infidelidad registrada
La forma más detestable del egoísmo induce al obrero a des-
cuidar el aprovechamiento del tiempo y el cuidado de la propiedad
cuando no está directamente bajo la mirada del patrón. Pero, ¿imagi-
nan esos obreros que nadie nota sus descuidos, que no es registrada
su infidelidad? Si pudiesen ser abiertos sus ojos verían que los ob-
serva un Vigilante y que todos sus descuidos son registrados en los
libros del cielo.
Los que son infieles con la obra de Dios, carecen de principios;
los motivos que los impulsan no son aquellos que los inducirán a
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escoger lo recto bajo cualquier circunstancia. Los siervos de Dios
han de sentir en todo momento que se hallan bajo la mirada del
patrón. Aquel que observaba la fiesta sacrílega de Belsasar se halla
presente en todas nuestras instituciones, en el despacho del comer-
ciante, en el taller privado, y la mano pálida registra vuestro descuido
tan ciertamente como registró el terrible castigo del rey blasfemo.
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