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Capítulo 118—El vestuario y el carácter
Cristo representa a sus seguidores como la sal de la tierra y la luz
del mundo. Sin la influencia salvadora de los cristianos, el mundo
perecería en su propia corrupción. Considerad la clase descrita de
cristianos profesos, que son descuidados en su persona y en su ma-
nera de vestir; negligentes en sus transacciones comerciales, como
lo son en su vestir; ordinarios, descorteses, rudos en sus modales;
bajos en su conversación, que consideran al mismo tiempo estos mi-
serables rasgos como señales de verdadera humildad y vida cristiana.
¿Creéis que si nuestro Salvador estuviese en la tierra los señalaría
como la sal de la tierra y la luz del mundo? ¡No, nunca!
Los cristianos son elevados en su conversación, y aunque creen
que es un pecado condescender con la lisonja necia, son corteses,
bondadosos y benévolos. Sus palabras son palabras de sinceridad y
verdad. Son fieles en su trato con sus hermanos y con el mundo. En
su vestido evitan lo superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija,
modesta, no llamativa y es llevada con orden y gusto. Se tendrá
especial cuidado en vestir en una forma que muestre sagrado respeto
por el santo sábado y el culto de Dios.
La línea de demarcación entre una clase tal y el mundo será
demasiado clara para ser confundida. La influencia de los creyentes
sería diez veces mayor si los hombres y las mujeres que aceptan la
verdad, que han sido anteriormente descuidados en sus hábitos, fue-
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sen tan elevados y santificados por la verdad que observasen hábitos
de prolijidad, orden y buen gusto en su vestuario. Nuestro Dios es
un Dios de orden, y en ningún grado le complacen el descuido, la
suciedad o el pecado.
* * * * *
Actitud hacia las modas
Los cristianos no deberían afanarse por vestir de un modo tan
distinto al del mundo que lleguen a ser objeto de todas las miradas.
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