Página 34 - Mensajes Para los J

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Capítulo 3—Tratemos de agradarle
El Señor tiene una obra especial que hacer por nosotros indivi-
dualmente. Al ver la maldad del mundo puesta de manifiesto en los
tribunales de justicia y publicada en los diarios, acerquémonos a
Dios y, por medio de una fe viva, echemos mano de sus promesas, pa-
ra que la gracia de Cristo se manifieste en nosotros. Podemos ejercer
una influencia, una influencia poderosa en el mundo. Si nos acom-
paña el poder convincente de Dios, seremos capaces de conducir a
las almas del pecado a la conversión.
Nuestra sencillez realizará buena parte de esta obra. No debe-
mos tratar de ascender hasta ocupar elevados puestos, ni conquistar
la alabanza de los hombres. No debiéramos tener por meta el ser
superiores a los demás. Debemos tener por único blanco la gloria
de Dios. Debemos trabajar con toda la inteligencia que Dios nos ha
dado, colocándonos donde fluye la luz, para que la gracia de Dios
pueda derramarse sobre nosotros para amoldarnos y conformarnos
a la semejanza divina. El cielo está esperando otorgarles sus más
ricas bendiciones a aquellos que quieran consagrarse para hacer la
obra de Dios en estos últimos días de la historia del mundo. Sere-
mos probados; tal vez debamos pasar noches en vela; pero pasemos
esos momentos en oración ferviente a Dios, a fin de que él nos dé
entendimiento, y avive nuestra mente para discernir los privilegios
nuestros (
Review and Herald,
abril 1, 1909
).
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