La vida licenciosa de la juventud
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brotará una música gozosa, pues procede del trono de Dios. Este es
el misterio de la piedad, que no se puede explicar fácilmente, pero
que no por eso deja de ser sentido y gozado. El corazón empedernido
y rebelde puede cerrar sus puertas a todas las dulces influencias,
de la gracia de Dios y a todo el gozo en el Espíritu Santo, pero los
caminos de la sabiduría son caminos agradables, y todas sus veredas
son paz. Cuanto más estrechamente nos relacionemos con Cristo,
más mostrarán nuestras palabras y acciones el poder subyugador y
transformador de su gracia.—
Testimonios para la Iglesia 4:622-626
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