Casándose y dándose en matrimonio
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Ningún efecto tiene lo que puedan decir los hombres y mujeres
de experiencia; es impotente para cambiar la decisión a la cual los
han conducido sus deseos. Pierden el interés en la reunión de oración
y en todo lo que pertenece a la religión. Están cegados mutuamente
y descuidan los deberes de la vida, como si fuesen asuntos de poca
importancia. Noche tras noche queman estos jóvenes el aceite de
medianoche hablando: ¿acaso de cosas de interés solemne? ¡Oh, no!
De cosas frívolas, sin ninguna importancia.
La violación de las leyes de la salud y la modestia
Los ángeles de Satanás montan guardia junto a aquellos que
dedican buena parte de la noche a las entrevistas amorosas. Si pu-
diesen ser abiertos sus ojos verían a un ángel tomando nota de sus
palabras y actos. Están violando las leyes de la salud y la modestia.
Sería mejor que reservaran algunas horas de noviazgo para su vida
matrimonial. Pero, por lo general, con el matrimonio termina toda
devoción manifestada durante los días del noviazgo.
Esas horas nocturnas de disipación, en esta época de deprava-
ción, llevan frecuentemente a la ruina a las dos personas que se
entregan a ellas. Satanás se regocija, y se deshonra a Dios cuando
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los hombres y las mujeres se deshonran a sí mismos. El buen nombre
del honor es sacrificado bajo el hechizo de esta ceguera, y no puede
ser solemnizado el matrimonio de tales personas bajo la aprobación
de Dios. Se han casado porque la pasión los impulsó, y cuando haya
pasado la novedad del asunto, empezarán a darse cuenta de lo que
han hecho. A los seis meses de haber hecho el voto, sus sentimientos
han experimentado un cambio. En la vida conyugal, cada uno ha
llegado a conocer mejor el carácter del compañero escogido. Cada
uno descubre imperfecciones que no se veían durante la ceguera y
locura de sus relaciones anteriores. Las promesas hechas ante el altar
ya no los ligan. Como consecuencia de los matrimonios precipitados,
hay, aun entre el pueblo profeso de Dios, separaciones, divorcios y
gran confusión en la iglesia.