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Capítulo 156—El buen criterio y el dominio propio
en el matrimonio
LOS que profesan ser cristianos no debieran contraer matrimo-
nio hasta haber considerado el asunto cuidadosamente y con oración,
desde un elevado punto de vista, para ver si Dios puede ser glorifi-
cado por tal unión. Luego deberían considerar el resultado de cada
privilegio de la relación matrimonial, y tomar como base de cada
acto el principio santificado.
Provisión para el futuro
Antes de aumentar la familia deberían considerar si Dios será
glorificado o deshonrado por el hecho de traer hijos al mundo. Desde
el principio y durante cada año de su matrimonio deberían tratar de
glorificar a Dios con su unión. Deberían considerar con toda calma
qué provisión pueden hacer para sus hijos. No tienen derecho de
traer hijos al mundo que sean una carga para los demás. ¿Tienen una
ocupación en la que pueden confiar para mantener a una familia, de
modo que no lleguen más tarde a ser una carga para otros? Si no la
tienen cometen un crimen al traer hijos al mundo para que sufran
por falta del cuidado debido, y de alimento y de ropa.
El dominio de la pasión
En esta época disoluta y corrompida, no se consideran estas
cosas. Los deseos sensuales dominan, y no se someten, aunque el
resultado de su dominio sea la debilidad, la miseria y la muerte.
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Las mujeres se ven obligadas a una vida de dificultades, dolores
y sufrimientos, a causa de los deseos irrefrenables de los hombres
que llevan el nombre de esposos, pero que con más justicia podrían
llamarse brutos. Las madres llevan una existencia miserable, cargan-
do casi todo el tiempo un niño en los brazos y arreglándose como
pueden para que todos tengan pan y ropa. El mundo está lleno de
esta miseria acumulada.
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