Capítulo 16—No os perteneceis
A veces oímos las preguntas: ¿No he de hacer nunca lo que me
agrada? ¿No he de hacer jamás mi propia voluntad? ¿He de estar
siempre sometido a restricciones? ¿No podré nunca proceder de
acuerdo con mis inclinaciones?
Cuanto menos sigáis vuestras inclinaciones naturales, tanto me-
jor será para vosotros y para los demás. Las inclinaciones naturales
han sido pervertidas; se ha hecho mal uso de las facultades naturales.
Satanás ha puesto al hombre en antagonismo con Dios. Trabaja con-
tinuamente para destruir la imagen divina en el hombre. Debemos,
por lo tanto, poner freno a nuestras palabras y acciones.
Resultados de la consagración completa
Cuando la gracia de Dios se posesiona del corazón, se ve que hay
que crucificar las tendencias al mal, cultivadas y heredadas. Debe
empezar en el alma una nueva vida, bajo un nuevo mando. Todo lo
que se haga, debe ser hecho para gloria de Dios. Esta obra incluye
al hombre exterior y al interior. Todo el ser: el cuerpo, el alma y el
espíritu, debe someterse a Dios, para que él lo use como instrumento
de justicia.
El hombre natural no está sometido a la ley de Dios; ni lo puede
estar por sí mismo, ciertamente. Pero mediante la fe, el que ha sido
renovado vive día tras día la vida de Cristo. Día tras día muestra que
reconoce que es propiedad de Dios.
El cuerpo y el alma pertenecen a Dios. El dio a su Hijo para
la redención del mundo, y a causa de esto se nos ha otorgado una
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prolongación de la vida, un tiempo de gracia, para desarrollar ca-
racteres de perfecta lealtad. Dios nos ha redimido de la esclavitud
del pecado, y nos ha dado la posibilidad de vivir vidas de servicio
regeneradas, transformadas.
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