Página 245 - El Ministerio Pastoral (1995)

Basic HTML Version

El aconsejamiento
241
esposo]—No me voy a entregar a explosiones de pesar si mi corazón
se quebranta. Sirvo a Dios no por impulso, sino inteligentemente.
Yo tengo un Salvador quien será para mí una muy presente ayuda en
tiempo de angustia. Yo soy una cristiana. Yo se en quien he creído.
El espera de mí una sumisión completa e inconmovible. El pesar
indebido le desagrada. He tomado mi cruz y voy a seguir al Señor
plenamente. No me voy a abandonar al pesar. No me voy a entregar
a un estado de morbidez y melancolía. No me voy a quejar de las
providencias de Dios, ni voy a murmurar. Jesús es mi Salvador. El
[248]
vive. Nunca me dejará ni me abandonará”.—
Cada Día con Dios,
302
.
Las limitaciones
Los consejeros no han de erigirse en mente y juicio de
otros
—En lugar de actuar como sabio consejero, asume las pre-
rrogativas de un gobernante exigente. Se deshonra a Dios cada vez
que se exhibe semejante autoridad y exaltación propia. Nadie que
confíe en su propia fuerza, ha de erigirse jamás en mente y juicio de
alguien a quien Dios está usando en su obra.—
Testimonios para los
Ministros, 491, 492
.
Los ministros podrán aconsejar pero búquese la sabiduría
de Dios
—En lugar de llevar sus perplejidades a un hermano o un
ministro, lléveselas al Señor en oración. No coloque al ministro en el
lugar de Dios. El ministro de Cristo es como cualquier otro hombre.
Cierto, él lleva sagradas responsabilidades, pero no es infalible. Está
lleno de flaquezas, y necesita gracia e iluminación divina. Necesita
la unción celestial, para poder realizar su trabajo con éxito. Aquellos
que saben orar, que saben cuales son las invitaciones del evangelio
de Cristo, deshonran a Dios cuando echan sus cargas sobre hom-
bres finitos. Siempre es bueno buscar consejo juntos; es correcto
conversar juntos; es bueno presentar claramente las dificultades que
aparecen en cualquier empresa delante de sus hermanos y sus mi-
nistros. Pero no dependa del hombre por sabiduría. Busque a Dios
por la sabiduría que viene de arriba. Pida a sus colegas de trabajo
que oren con usted; y el Señor cumplirá su Palabra, “Porque donde
están dos o tres congregados en mi Nombre, allí estoy en medio de
ellos”.—
The Youth’s Instructor, 15 de febrero de 1900
.