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El Ministerio Pastoral
para leer mientras viajáis o esperáis en la estación. Dedicad todo
momento libre a hacer algo. De esta manera se cerrará eficazmente
la puerta a mil tentaciones.—
Obreros Evangélicos, 296
.
Los ministros no deben emplear mucho tiempo con asuntos
de negocios, arreglando dificultades de la iglesia, o en largas
juntas
—A cada persona le ha sido asignada su obra. Los que entran
en el ministerio se dedican a una tarea especial y deberían entregarse
a la oración y a la predicación de la Palabra. Sus mentes no deberían
ser recargadas con asuntos comerciales. Durante años el Señor me ha
estado indicando que advierta a nuestros ministros contra el peligro
de permitir que sus mentes se mezclen tanto en asuntos comerciales,
que no les quede tiempo para tener comunión con Dios y con el Espí-
ritu. Un ministro no puede mantener su mente en la mejor condición
espiritual mientras sea llamado a solucionar pequeñas dificultades
en las diversas iglesias. No es ésta la obra que se le ha encomendado.
Dios desea utilizar todas las facultades de sus mensajeros escogidos.
Su mente no debería ser recargada por largas juntas realizadas en la
noche, porque Dios desea que toda su capacidad mental sea utilizada
en la proclamación con claridad y fuerza del Evangelio tal como fue
enseñado por Jesús.—
El Evangelismo, 71
.
No pierda tiempo con los criticones crónicos de la iglesia
—
Los ministros de Cristo deben ocupar su lugar, y no ser perturbados
en su obra por estos agentes de Satanás. Habrá suficiente de estas
cuestiones, sutilezas y críticas, para mantener a los pastores de Dios
constantemente ocupados, si se permiten ser desviados de la gran
obra de dar el último mensaje salvador de amonestación al mundo.
Si la iglesia no tiene fuerza para detener los sentimientos no santifi-
cados y rebeldes de los miembros rezongones, es mejor dejar que
la iglesia y los rezongones se vayan a pique juntos, que perder la
oportunidad de salvar a centenares de personas que harían mejo-
res iglesias, y disponer de los elementos de fuerza, unión y poder
existentes en ellas.—
El Evangelismo, 272
.
Jesús organizaba su día para poder ministrar a la clase tra-
bajadora por las noches
—Todo el día servía a los que acudían a él;
y al anochecer atendía a los que habían tenido que trabajar penosa-
mente durante el día para ganar el escaso sustento de su familia.—
El
Evangelismo, 473
.