Página 182 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
Dios no es autor de la confusión, sino del orden y el progreso.
Que los que deseen hacer progresar su reino comprendan que des-
pacio se va más lejos, y construyan con inteligencia. Que nadie se
apresure guiado por la falsa suposición de que es necesario invertir
recursos para efectuar una ostentosa exhibición Así dijo el Señor:
“Los recursos financieros no deben gastarse en esa forma, porque se
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haría a expensas de las almas”.—
Testimonies for the Church 7:284
.
No debemos confiar en el reconocimiento del mundo ni en la
distinción que nos pueda dar. No debemos tampoco tratar de riva-
lizar, en cuanto a dimensiones y esplendor, con las instituciones
del mundo. No será erigiendo vastos edificios ni rivalizando con
nuestros enemigos como obtendremos la victoria, sino cultivando
un espíritu manso y humilde como el de Cristo. Más vale la cruz
con esperanzas frustradas pero con la vida eterna al final, que vivir
como príncipes y perder el cielo.
El Salvador de la humanidad nació de padres humildes, en un
mundo impío maldito por el pecado. Creció en la oscura aldea de
Nazareth, un pequeño pueblo de Galilea. Comenzó su obra sin tener
ningún reconocimiento mundanal. Fue así como Dios introdujo
el evangelio, en una forma totalmente diferente de lo que muchos
consideran hoy sabio en la proclamación del mismo evangelio.
En el mismo principio de la dispensación evangélica enseñó a
su iglesia a confiar, no en el rango y esplendor mundanal, sino en el
poder de la fe y la obediencia. El favor de Dios es de mayor valor
que el oro y la plata. El poder de su Espíritu es de inestimable valor.
Así dice el Señor: “Los edificios darán carácter a mi obra sólo
cuando aquellos que los erigen siguen mis instrucciones con respec-
to al establecimiento de instituciones. Si aquellos que han manejado
y sostenido la obra en el pasado hubieran sido controlados siempre
por principios puros y altruistas, jamás se hubiera dado la egoísta
reunión de una gran proporción de mis recursos en uno o dos lugares.
Se habrían establecido instituciones en muchas localidades. Estas
semillas de verdad, sembradas en muchos otros campos, habrían bro-
tado y llevado frutos para mi gloria”.—
Testimonies for the Church
7:100, 101
.
Principios de justicia versus edificios imponentes
—Los edi-
ficios grandiosos no pueden dar un carácter como el de Cristo a la
obra, por muy imponentes que sean. La mantención de principios
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