Página 24 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
aquélla debía nombrar. Además, se suponía que ninguno de sus in-
tegrantes debería recibir beneficio financiero alguno en adición del
salario que ya recibiera por su trabajo.
Aunque el asunto se discutió varias veces, los hermanos no
tomaron ningún acuerdo sobre el particular hasta el año 1861. Hasta
ese momento mi esposo había sido el propietario legal de la casa
editora y el único administrador de la misma. Gozaba de la confianza
de amigos activos de la causa, quienes confiaban a él los medios que
de vez en cuando donaban, a medida que la obra crecía y necesitaba
más fondos para el firme establecimiento de la empresa editorial.
Pero a pesar de que constantemente se informaba a través de la
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que la casa publicadora era prácticamente propiedad de la
iglesia, como él era el único administrador legal, nuestros enemigos
se aprovecharon de esta situación y, con acusaciones de especulación,
hicieron todo lo posible para perjudicarlo y retardar el progreso
de la obra. En vista de esta situación, él presentó el asunto a la
organización, y como resultado, en la primavera de 1861 se decidió
organizar legalmente la Asociación Adventista de Publicaciones, de
acuerdo con las leyes del Estado de Míchigan.—
Notas Biográficas
de Elena G. de White, 181, 182
.
Puedo decir: “¡Alabado sea Dios!”—
La historia de mi vida
necesariamente abarca la historia de muchas de las empresas que
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han surgido entre nosotros, y con las cuales la obra de mi vida
ha estado estrechamente vinculada. Para la edificación de estas
instituciones, mi esposo y yo trabajamos con la pluma y con la voz.
Anotar, aun brevemente, las experiencias de estos activos y atestados
años, excedería en gran manera los límites de estas notas biográficas.
Los esfuerzos de Satanás para impedir la obra y para destruir a los
obreros no han cesado; pero Dios ha tenido cuidado de sus siervos y
de su obra.
Como he participado en todo paso de avance hasta nuestra con-
dición presente, al repasar la historia pasada puedo decir: “¡Alabado
sea Dios!” Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración
y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que te-
mer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor
nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia
pasada.—
Notas Biográficas de Elena G. de White, 216
.
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