Enseñando a vender a los colportores evangélicos
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para que los colportores tengan suficientes ingresos para vivir sin
necesidad de endeudarse. Esta puerta que da acceso a la tentación
debiera cerrarse y asegurarse. Por muy honrado que sea un colportor,
en su trabajo surgirán circunstancias que se convertirán en una
penosa tentación para él. Hay que cerrar la puerta del galpón antes
que roben el caballo. Este es el mejor procedimiento...
Es nuestro deber bloquear todas las vías que conducen hacia
la tentación. El Señor desea que cerremos bien la puerta para que
Satanás no pueda entrar. Temo que no siempre recordemos la astucia
del enemigo contra el que tenemos que contender. Tiene una mente
magistral y una aguda perspicacia. Recordemos en nuestro trabajo el
daño que puede causar si le damos la oportunidad.—
Carta 10, 1901
.
Estimúlese la honradez entre los colportores
—La obra de los
colportores es importante. No es juego de niños. Algunos se han
dedicado a vender libros que no contienen la verdad presente. Tenían
una norma inferior de justicia y honradez. Debido a que profesaban
ser cristianos obtuvieron la confianza de los demás. Confiaron en
ellos porque decían ser adventistas del séptimo día, y nadie pensó
que era necesario controlarlos.
Algunos se aprovecharon de esta confianza e hicieron declaracio-
nes falsas, cometieron fraude y robo. Malgastaron el dinero recibido
por la venta de los libros, dinero que pertenecía a sus empleadores.
Varios colportores deshonestos consideraron que su trabajo era una
buena oportunidad para ellos y se rieron de la situación. Hicieron
componendas que no revelaban nada que hiciera desconfiar de su
falta de honradez. Estos arreglos comerciales nadie suponía que
se estaban haciendo con personas de corazón y normas morales
corrompidos. Pero cada una de estas transacciones deshonestas está
registrada en los libros del cielo, y permanecerán en ellos hasta el
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día del juicio, a menos que por medio de la confesión, el arrepenti-
miento y la restitución consigan que Dios registre su perdón en la
hoja donde aparecen sus nombres.
En el día del juicio muchos serán encontrado faltos porque han
sido probados por Dios y hallados indignos de la vida eterna. Dios
no podría confiar en ellos en el cielo. La decisión se hará para toda
la eternidad; al que no es fiel en lo poco, no se le puede confiar
grandes responsabilidades. Serán juzgados por sus obras, las que
habrán determinado su carácter. ¿Produce alguna ventaja no ser