Página 335 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Distribución de folletos y periódicos
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sin ningún sentimiento de rivalidad. Cada uno debe cumplir con
su deber, sabiendo que los ojos de Dios están buscando motivos,
propósitos, y leyendo los sentimientos más íntimos del alma. La obra
es una sola. Y si los dirigentes no permiten que su propia mente, sus
propios sentimientos e ideas intervengan para dirigir y cambiar los
propósitos del Señor, existirá la armonía más perfecta entre estos
dos ramos de la misma obra.
Nuestro pueblo debiera realizar un mayor esfuerzo para extender
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la circulación de la
Review
. Si nuestros hermanos y hermanas tan
sólo manifestaran mayor interés y realizaran esfuerzos más perseve-
rantes, se haría precisamente eso. Cada familia debiera recibir esta
revista. Y si se negaran sus lujos preferidos, té y café, muchos que
ahora no reciben semanalmente esta revista, podrían pagar para que
el mensajero de luz llegue a sus hogares. Casi cada familia recibe
una o dos revistas seculares, y éstas suelen contener historias de
amor y relatos que exaltan la infamia y el asesinato, y que perjudican
la mente de los lectores. Los que se niegan adquirir la
Review and
Herald
pierden mucho. En sus páginas, Cristo puede hablarles con
palabras de advertencia, con reproches y consejos, lo cual cambiaría
la corriente actual de sus pensamientos y podría ser para ellos como
pan de vida.
Nuestras revistas no debieran abundar en largas discusiones ni en
prolongados argumentos, que cansarían al lector; en cambio debieran
contener artículos doctrinales cortos, interesantes y prácticos. El
precio de nuestros periódicos no debiera rebajarse tanto que no deje
un margen de ganancia que permita continuar trabajando. El mismo
interés que se ha manifestado en la circulación de
Signs of the Times
,
debiera demostrarse en relación con el aumento de circulación de la
Review
. Si se hace esto, el esfuerzo será coronado por el éxito.
Nos encontramos en terreno encantado, y Satanás está obran-
do continuamente para adormecer a nuestro pueblo en la cuna de
la seguridad carnal. Existe una indiferencia, una falta de celo, que
paraliza todos nuestros esfuerzos. Jesús era un obrero diligente, y
cuando sus seguidores se apoyen en él y trabajen como él trabajó,
verán resultados correspondientes. Debe realizarse un esfuerzo espe-
cial para darle el valor debido en nuestras publicaciones y llevarlas
gradualmente hacia una base adecuada. No debiéramos dejarnos
afectar por la acusación de especulación o de interés monetario.