Página 13 - Maranata

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La fe de los reformadores, 6 de enero
Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.
1 Corintios 15:26
.
Lutero declaró: “Estoy verdaderamente convencido de que el día del juicio no tardará más de trescientos años. Dios no quiere ni
puede sufrir por más tiempo a este mundo malvado”. “Se acerca el gran día en que el reino de las abominaciones será derrocado”.
“Este viejo mundo no está lejos de su fin”, decía Melanchton. Calvino invita a los cristianos a desear sin vacilar y con ardor el
día de la venida de Cristo como el más propicio de todos los acontecimientos”, y declara que “toda la familia de los fieles no perderá
de vista ese día”. “Debemos tener hambre de Cristo—dice—, debemos buscarlo, contemplarlo hasta la aurora de aquel gran día en
que nuestro Señor manifestará la gloria de su reino en su plenitud” (Daniel T. Taylor,
The Reign of Christ on Earth or the Voice of
the Church in all Ages
, p. 158, 134).
“¿No llevó acaso nuestro Señor Jesús nuestra carne al cielo?—dice Knox, el reformador escocés—, ¿y no ha de regresar por
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ventura? Sabemos que volverá, y esto con prontitud”. Ridley y Latimer, que dieron su vida por la verdad, esperaban con fe la
venida del Señor. Ridley escribió: “El mundo llega sin duda a su fin. Así lo creo y por eso lo digo. Clamemos del fondo de nuestros
corazones a nuestro Salvador, Cristo, con Juan el siervo de Dios: Ven, Señor Jesús, ven”.—
Ibíd. 151, 145
.
“El pensar en la venida del Señor—decía Baxter—es dulce en extremo para mí y me llena de alegría”. “Es obra de fe y un rasgo
característico de sus santos desear con ansia su advenimiento y vivir con tan bendita esperanza”. “Si la muerte es el último enemigo
que ha de ser destruido en la resurrección, podemos representarnos con cuánto ardor los creyentes esperarán y orarán por la segunda
venida de Cristo, cuando esta completa y definitiva victoria sea alcanzada”. “Ese es el día que todos los creyentes deberían desear
con ansia por ser el día en que habrá de quedar consumada toda la obra de su redención, cumplidos todos los deseos y esfuerzos de
sus almas”. “¡Apresura, oh Señor, ese día bendito!” (Ricardo Baxter,
Works
, tomo 17, p. 555, 500; 182, 183).
Tal fue la esperanza de la iglesia apostólica, de la “iglesia del desierto”, y de los reformadores.—
Seguridad y Paz en el Conflicto
de los Siglos, 348, 349
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