Página 156 - Maranata

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Caen las estrellas del cielo, 23 de mayo
Las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Mateo 24:29
.
En 1833... apareció la última de las señales que habían sido anunciadas por el Salvador como precursoras de su segundo
advenimiento. Jesús había dicho: “Las estrellas caerán del cielo”. Y Juan, al recibir la visión de las escenas que anunciarían el día
de Dios, declara en el Apocalipsis: “Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es
sacudida por un fuerte viento”.
Apocalipsis 6:13
. Esta profecía se cumplió de modo sorprendente y pasmoso con la gran lluvia
meteórica del 13 de noviembre de 1833. Fue éste el más dilatado y admirable espectáculo de estrellas fugaces que se haya registrado,
pues “¡sobre todos los Estados Unidos el firmamento entero estuvo entonces, durante horas seguidas, en conmoción ígnea! No ha
ocurrido jamás en este país, desde el tiempo de los primeros colonos, un fenómeno celestial que despertara tan grande admiración
entre unos, ni tanto terror ni alarma entre otros”. “Su sublimidad y terrible belleza quedan aún grabadas en el recuerdo de muchos...
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Jamás cayó lluvia más tupida que ésa en que cayeron los meteoros hacia la tierra; al este, al oeste, al norte y al sur era lo mismo. En
una palabra, todo el cielo parecía en conmoción... El espectáculo, tal como está descrito en el diario del profesor Silliman, fue visto
por toda la América del Norte... Desde las dos de la madrugada hasta la plena claridad del día... todo el cielo estuvo constantemente
surcado por una lluvia incesante de cuerpos que brillaban de modo deslumbrador”...
Así se realizó la última de las señales de su venida acerca de las cuales Jesús había dicho a sus discípulos: “Cuando veáis todas
estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”.
Mateo 24:33
. Después de estas señales, Juan vio que el gran acontecimiento
que debía seguir consistía en que el cielo desaparecía como un libro cuando es arrollado, mientras que la tierra era sacudida, las
montañas y las islas eran movidas de sus lugares y los impíos, aterrorizados, trataban de esconderse de la presencia del Hijo del
hombre.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 380-382
.
Pero el día y la hora de su venida, Cristo no los ha revelado... El tiempo exacto de la segunda venida del Hijo del hombre es un
misterio de Dios.—
El Deseado de Todas las Gentes, 586
.
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