Página 372 - Maranata

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La herencia inmortal, 15 de diciembre
Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.
Colosenses 1:12
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El rescate ha sido pagado. Todos pueden acercarse a Dios y obtener la eternidad mediante una vida de obediencia. Cuán triste
es, entonces, que el hombre se aparte de la herencia inmortal y viva para satisfacer el orgullo, el egoísmo y el afán de ostentación,
y... pierda la bendición que podría recibir en esta vida y en la venidera. [Los hombres] podrían entrar en los palacios celestiales y
alternar con libertad y en igualdad de condiciones con Cristo, los ángeles celestiales y los príncipes de Dios. Y aun así, por increíble
que parezca, rechazan los atractivos celestiales.
El Creador de todos los mundos se propone amar a los que creen que su Hijo unigénito es su Salvador personal así como ama a
su Hijo. Aun aquí y ahora nos concede en grado máximo su gracia y su favor. Ha dado a los hombres el don de la Luz y la Majestad
del cielo, y con él les ha concedido todos los tesoros celestiales. Por mucho que sea lo que nos ha prometido para la vida venidera,
también en esta vida nos concede magníficos dones, y como objetos de su gracia, permitirá que gocemos de todo lo que ennoblezca,
expanda y eleve nuestros caracteres. Es su propósito prepararnos para las cortes celestiales.
Pero Satanás está contendiendo por las almas de los hombres... No quiere que tengan una vislumbre del futuro honor y de las
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glorias eternas preparadas para los que serán habitantes del cielo, ni que prueben la experiencia que les daría un anticipo de la
felicidad del cielo...
Los que aceptan a Cristo como su Salvador personal tienen la promesa de la vida presente y también de la venidera... El más
humilde discípulo de Cristo puede llegar a ser un habitante del cielo, heredero de Dios, de una herencia incorruptible que jamás se
marchitará. ¡Oh, que cada cual se decida a aceptar el don celestial, para que llegue a ser heredero de Dios, de esa herencia cuyo título
está fuera del alcance de todo destructor, y que es un mundo sin fin! ¡Oh, no elijáis el inundo; elegid la herencia mejor! Apresuraos y
esforzaos para alcanzar la meta que es el premio de vuestra elevada vocación en Cristo Jesús.—
Fundamentals of Christian Education,
234, 235
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