Música incomparable, 19 de diciembre
Los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y
alegría, y huirán la tristeza y el gemido.
Isaías 35:10
.
Habrá allí música y canto tales como, salvo en las visiones de Dios, ningún mortal ha oído ni concebido ninguna mente.
“Y cantores y tañedores en ella”, “alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová”. “Ciertamente consolará Jehová a
Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su paraíso en desierto, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y
gozo, alabanza y voces de canto”.
Isaías 51:3
—
La Educación, 296
.
Se me ha mostrado el orden perfecto del cielo, y he quedado arrobada al escuchar la música perfecta que se oye allí. Después de
salir de la visión, el canto terrenal me pareció muy áspero y discordante. He visto compañías de ángeles dispuestos en cuadros, cada
uno con un arpa de oro. En el extremo del arpa había un dispositivo para dar vuelta, acomodar el arpa o cambiar la melodía. Sus
dedos no recorrían descuidadamente las cuerdas, sino que pulsaban distintas cuerdas para producir diferentes sonidos. Hay un ángel
que siempre guía, que toca primero el arpa y da el tono; luego todos se unen para producir la armoniosa y perfecta música del cielo.
Es indescriptible esa melodía celestial y divina, que vibra mientras todo rostro refleja la imagen de Jesús, cuya gloria resplandece
con brillo inefable.—
Testimonies for the Church 1:138
.
¡Qué canto será aquel cuando los rescatados del Señor se encuentren en las puertas de la Santa Ciudad!... Todo el cielo resonará
con preciosa música y cantos de alabanza al Cordero. ¡Salvados, eternamente salvados en el reino de la gloria! Tener una vida que se
[373]
mide con la vida de Dios: esa es la recompensa.—
Comentario Bíblico Adventista 7:993
.
Las palabras son demasiado pobres para intentar una descripción del cielo. Siempre que se vuelven a presentar ante mi vista, el
espectáculo me anonada de admiración. Arrobada por el insuperable esplendor y la excelsa gloria, dejo caer la pluma exclamando:
“¡Oh! ¡qué amor, qué maravilloso amor!” El lenguaje más exaltado no bastaría para describir la gloria del cielo ni las incomparables
profundidades del amor del Salvador.—
Primeros Escritos, 289
.
372