El festín que satisface, 7 de febrero
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Mateo 5:6
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Transpórtese repentinamente al cielo a esos hombres y mujeres que están satisfechos con su condición de enanos e inválidos en
las cosas divinas, y hágaseles considerar por un instante el alto y santo estado de perfección que reina siempre allí, donde toda alma
rebosa de amor, donde todo rostro resplandece de gozo... ¿Podrían dichas personas, me pregunto, alternar con la muchedumbre
celestial, participar en sus cantos y soportar la pura, excelsa y arrobadora gloria que emana de Dios y del Cordero? ¡Oh no!...
Los que han educado su mente en el deleite de los ejercicios espirituales, son los que pueden ser trasladados sin que los abrume
la pureza y la gloria trascendental del cielo. Puedes tener un vasto conocimiento de las artes, puedes estar familiarizado con las
ciencias, puedes sobresalir en música y caligrafía, pueden agradar tus modales a los que te tratan, pero, ¿qué tienen que ver estas
cosas con una preparación para el cielo? ¿Te preparan para subsistir delante del tribunal de Dios?
No te engañes. Dios no puede ser burlado. Nada que no sea la santidad te preparará para el cielo. Es la piedad sincera y
experimental lo único que puede darte un carácter puro y elevado, y habilitarte para entrar en la presencia de Dios, quien mora en luz
inaccesible. Esta tierra es el único lugar donde debemos adquirir el carácter celestial.—
Joyas de los Testimonios 1:242, 243
.
Desear lo bueno y la verdadera santidad es correcto en sí, pero si te detienes allí, de nada te servirá. Los buenos propósitos
son loables, pero no tendrán valor a menos que se lleven resueltamente a cabo. Muchos se perderán aunque esperaron y desearon
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ser cristianos, pero no hicieron esfuerzos fervientes; por lo tanto, serán pesados en la balanza y hallados faltos. La voluntad debe
ejercerse en la debida dirección diciendo: Quiero ser un cristiano consagrado. Quiero conocer la longitud, la anchura, la altura y la
profundidad del amor perfecto. Escucha las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán saciados”.
Mateo 5:6
. Cristo ha hecho amplia provisión para satisfacer el alma que tiene hambre y sed de justicia.—
Joyas
de los Testimonios 1:241
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