Fe inconmovible, 20 de marzo
Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra.
Santiago 1:6
.
La oración y la fe están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas juntas. En la oración de fe hay una ciencia divina; es
una ciencia que debe comprender todo el que quiera tener éxito en la obra de su vida. Cristo dice: “Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
Marcos 11:24
. Él explica claramente que nuestra petición debe estar de
acuerdo con la voluntad de Dios; debemos pedir cosas que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para hacer su
voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa es inequívoca.
Podemos pedir perdón por el pecado, el don del Espíritu Santo, un temperamento como el de Cristo, sabiduría y fuerza para hacer
su obra, cualquier don que él haya prometido; luego tenemos que creer para recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido.
No necesitamos buscar una evidencia exterior de la bendición. El don está en la promesa y podemos emprender nuestro trabajo,
seguros de que Dios es capaz de cumplir lo que ha prometido y que el don, que ya poseemos, se hará efectivo cuando más lo
necesitemos.
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Vivir así por la palabra de Dios significa entregarle toda la vida. Se experimentará una sensación constante de Dios sobre el
corazón. La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero
es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma...
Muchos, aun en sus momentos de devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios. Están demasiado
apremiados... No tienen tiempo para permanecer con el divino Maestro... Nuestra necesidad no consiste en detenernos un momento
en su presencia, sino en tener relación personal con Cristo, sentarnos en su compañía.—
La Educación, 251-254
.
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