254
Notas biográficas de Elena G. de White
“La pregunta que nos confronta no es: ¿Cómo ganaré más di-
nero en este mundo? La pregunta no debe ser: ¿Serviré a Dios?
¿Serviremos a Dios, o a Baal? ‘Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron
vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses
de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos
a Jehová’
Josué 24:15
.
“Yo no espero recibir toda mi felicidad en el más allá. Expe-
rimento felicidad ya a lo largo de mi camino. Sin embargo tengo
pruebas y aflicciones; pero fijo la mirada en Jesús. Es en los lugares
estrechos y difíciles donde él está precisamente a mi lado, y podemos
comulgar con él, y colocar todas nuestras cargas sobre Aquel que las
lleva todas y decir: ‘Oh Señor, no puedo llevar por más tiempo estas
cargas’. Entonces él nos dice: ‘Mi yugo es fácil, y ligera mi carga’
Mateo 11:30
. ¿Lo creéis? Yo lo he probado. Yo lo amo; lo amo. Veo
en él un encanto inigualable. Y deseo alabarlo en el reino de Dios.
“¿Quebrantaremos nuestro corazón de piedra? ¿Recorreremos
toda la trayectoria de la espinosa senda que Jesús transitó desde el
[322]
pesebre hasta la cruz? Vemos las manchas de sangre. ¿Albergaremos
el orgullo del mundo? ¿Trataremos de hacer del mundo nuestra
norma? ¿O saldremos de en medio de ellos? La invitación es: ‘Salid
de en medio de ellos, y apartaos ... y no toquéis lo inmundo; y yo os
recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e
hijas’
2 Corintios 6:17, 18
.
“¡Oh, qué exaltación es ésta, la de ser miembros de la familia
real, hijos del Rey celestial; la de tener al Salvador del universo como
nuestro Rey de reyes, que nos conoce por nombre! ¡Qué dicha la de
que seamos herederos de Dios y aspiremos a la herencia inmortal, la
sustancia eterna! Este es nuestro privilegio. ¿Lograremos el premio?
¿Lucharemos la batalla del Señor? ¿Continuaremos batallando hasta
las mismas puertas? ¿Seremos victoriosos?
“Yo he decidido que debo obtener el cielo, y quiero que vosotros
lo tengáis. Nunca habría venido desde California a Europa, si no
hubiera querido deciros cuán precioso es el Salvador, y cuán preciosa
es la verdad que tenemos.
“Debéis estudiar la Biblia, porque ella os habla de Jesús. Al
leerla, observaréis los encantos incomparables de Jesús. Quedaréis
prendados del Hombre del Calvario, y a cada paso podréis decirle al