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Notas biográficas de Elena G. de White
Un día ella pasó revista al surgimiento y el progreso de la obra
de publicaciones denominacional. Instó a los hermanos de Australia
a empeñar sus mejores esfuerzos para desarrollar obreros fuertes en
este y en otros ramos del esfuerzo cristiano.
Actividades en Nueva Zelanda
A la finalización del congreso de la Conferencia Australiana,
la Sra. White decidió emprender la visita largamente postergada a
Nueva Zelanda. La acompañó Emilia Campbell, quien la ayudó tanto
en calidad de secretaria como de enfermera. Su hijo W. C. White,
y el pastor Starr y señora, estuvieron también con ella durante gran
parte del tiempo.
Al llegar a Auckland, el 8 de febrero, fueron recibidos por el
pastor M. C. Israel, y conducidos a una casa amueblada que la iglesia
de Auckland puso a su disposición.
Durante los doce días empleados en ferviente labor en favor de
la iglesia de Auckland, la Sra. White habló ocho veces. Después de
esto pasó tres semanas con los hermanos y hermanas de Kaeo, la
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iglesia adventista más antigua de Nueva Zelanda. Allí encontró un
número promisorio de jóvenes por los cuales trabajó fervientemente.
Tanto en Auckland como en Kaeo la Sra. White instó a los
hermanos y hermanas a asistir, junto con sus familias, al congreso
anual que había de realizarse en Napier, durante la última parte
de marzo. Este iba a ser un congreso campestre, el primero que
los adventistas del séptimo día realizarían al sur del ecuador. Con
respecto a esta experiencia ella escribió:
“Sentíamos que este primer congreso campestre debía ser, tanto
como fuera posible, un ejemplo de lo que debían ser todas las demás
reuniones de esta clase que se realizarían en lo futuro. Una y otra
vez dije a la gente: ‘Mira, haz todas las cosas conforme al modelo
que se te ha mostrado en el monte’
Hebreos 8:5
. Jesús dijo a sus
discípulos: ‘Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que
está en los cielos es perfecto’
Mateo 5:48
”.
Pero con respecto a este propuesto congreso campestre parecía
imposible despertar mucho entusiasmo entre los creyentes. Los cam-
pamentos de leñadores, y los grupos de tiendas para constructores
de camino, eran cosas bien conocidas, pero no muy deseadas; pero