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Notas biográficas de Elena G. de White
el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por
qué lloras? Les dijo: porque se han llevado a mi Señor, y no sé
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dónde le han puesto”. Su corazón clamaba por hallar a su Salvador,
y en ese preciso momento él estaba a su lado, aunque ella no lo
reconoció. “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: María”. Eso
fue todo lo que dijo: “¡María!” Muchas veces ella había oído esa
voz familiar, y ahora debió haber reconocido a Jesús por su tono o
expresión, pues inmediatamente lo reconoció como a su Maestro
y Señor. “No me toques—le dijo él—, porque aún no he subido
a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y
a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.
Juan 20:11-17
. Fue
entonces cuando María se apresuró a ver a los discípulos con las
alegres nuevas de un Salvador resucitado.
“Fue su amor por el Maestro—continuó el orador—, por lo que
él había hecho por ella al perdonarle sus pecados y vincular su alma
con el cielo, lo que hizo que el Salvador permaneciera sobre la tierra
después de la resurrección hasta que se dio a conocer a ella. Hay
algo conmovedor en esta narración. Ella muestra que el Salvador
está deseoso de revelarse a aquellos que están consagrados a él y a
su servicio, a los que desean por encima de todas las cosas mantener
una relación viviente con el cielo. Como María reconoció a su Señor
después de su resurrección por su voz y por su comportamiento
en general, así yo creo que podremos nosotros reconocer de nuevo
a nuestra hermana que ahora duerme. Aunque ya no podamos oír
su voz en este mundo, su influencia vive; y en la mañana de la
resurrección, si permanecemos fieles, y tenemos una parte con los
hijos de Dios en esa hora feliz, oiremos su voz una vez más, y la
reconoceremos. Mis queridos amigos, hay una relación viva entre el
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cielo y esta tierra todavía, y las promesas que el Señor ha hecho a su
pueblo se cumplirán. No faltará ni una palabra en su cumplimiento.
Quiera el Señor ayudarnos a todos a estar entre aquellos que se
encontrarán con su Señor en paz, y que tendrán el privilegio de
saludar a nuestra hermana en el reino de los cielos. Que Dios lo
conceda por amor de su nombre”.
El himno “Nos veremos junto al río” y la bendición del pastor W.
T. Knox clausuraron el servicio del Tabernáculo. Había carruajes y