Página 113 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Cultivando el jardín de Dios, 10 de abril
Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de
vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2
.
El hombre, el hombre caído, puede ser transformado por la renovación
de la mente, para que pueda experimentar “cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”. ¿Cómo puede experimentar esto? Mediante el
Espíritu Santo que toma posesión de su mente, espíritu, corazón y carácter.—
Manuscrito 1a, 1890, pp. 9
.
La escoria de los principios y las prácticas dudosos, debe ser barrida. El
Señor quiere que la mente se renueve, y que el corazón sea lleno de los tesoros
de verdad.—
Manuscrito 24, 1901, pp. 12, 13
.
La verdad tiene la facultad de elevar al que la recibe. Tiene una influencia
santificadora sobre la mente y el carácter. ... Únicamente a través del mejora-
miento continuo de las facultades intelectuales y morales, podemos esperar
responder a los propósitos de nuestro Creador. ...
El cristiano debe poseer una inteligencia mayor y un discernimiento más
agudo que el mundano. El estudio de la Palabra de Dios expande continuamen-
te la mente, y fortalece el intelecto. No hay nada que eleve y refine el carácter
como ello, y que vigorice cada facultad, como el ejercicio continuo de la mente
para posesionarse y comprender las nobles e importantes verdades. La mente
humana se empequeñece y debilita cuando se espacia únicamente en las cosas
comunes, sin levantarse nunca por encima del nivel del tiempo y los sentidos
para apoderarse de los misterios de lo invisible. El entendimiento es llevado
gradualmente al nivel de las cosas con las cuales se familiariza constante-
mente. ... El hombre no necesita dejar de crecer intelectual ni espiritualmente
durante toda su vida.—
Manuscrito 59, pp. 1, 2
.
Hemos de cultivar los talentos que Dios nos ha dado. Son sus dones,
y deben utilizarse en la debida relación unos con otros, para configurar un
todo perfecto. Dios da los talentos, las facultades de la mente; el hombre
hace el carácter. La mente es el jardín de Dios, el hombre debe cultivarla
cuidadosamente a fin de formar un carácter a la semejanza divina.—
Carta 73,
1889, pp. 4
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