Página 206 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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¿Una maldición o una bendición? 7 de julio
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y
donde ladrones minan y hurtan.
Mateo 6:19
.
Los tesoros son esas cosas que acaparan la mente y absorben la atención,
con la exclusión de Dios y de la verdad. El amor al dinero, ... era la pasión
dominante en el tiempo de los judíos. ... Nuestro Salvador dejó una decidida
advertencia contra la acumulación de los tesoros terrenos.
Todas las clases de negocios, y todos los empleos, están bajo la vista de
Dios, y a cada cristiano se le ha dado habilidad para hacer algo en la causa
del Maestro. Ya sea que estén ocupados en los negocios, en el campo, en el
almacén, o en la oficina, los hombres serán tenidos por responsables delante
de Dios, por el sabio y honesto empleo de sus talentos. Son tan responsables
delante de Dios por
sus
trabajos, como el ministro que predica y adoctrina, lo
es por el suyo. ...
La propiedad que se atesore aquí en la tierra resultará únicamente una
maldición, pero si se la dedica a edificar la causa de la verdad, para que Dios
pueda ser honrado, y para que las almas puedan ser salvadas, no resultará una
maldición, sino una bendición. Los recursos son necesarios para el fomento
de toda buena causa; y así como algunos hombres han sido dotados con más
habilidad para adquirir riquezas que otros, debieran poner sus talentos en
manos de los banqueros, para que el Señor pueda recibir lo suyo con intereses
cuando vuelva. ...
A quellos que están listos y dispuestos a invertir en la causa de Dios, serán
bendecidos en sus esfuerzos por adquirir más dinero. Dios creó la fuente de las
riquezas. El dió el sol, el rocío y la lluvia, y hace que florezca la vegetación.
El bendijo a los hombres con aptitudes mentales y físicas, y él los capacitó
para adquirir propiedades, a fin de que su causa pudiese ser sostenida por sus
hijos profesos. Estamos rodeados por los necesitados, y Dios es glorificado
cuando los pobres y los afligidos son ayudados y consolados. No es pecado
adquirir y mantener propiedades como mayordomos de Dios, conservándolas
únicamente hasta que él las pida para ser utilizadas en las necesidades de su
obra.—
The Review and Herald, 18 de septiembre de 1888
.
Siempre debemos acordarnos de que somos socios con Dios. Su obra y su
causa exigen la primera consideración.—
Manuscrito 13, 1896
.
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