Página 262 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Mantened en alto la norma, 31 de agosto
Alzad pendón a los pueblos.
Isaías 62:10
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La Palabra de Dios no sólo establece los grandes principios de la verdad y
el deber que debieran gobernar nuestra vida, sino que también presenta, para
nuestro ánimo, la historia de muchos que han ejemplificado tales principios.
Hombres “sujetos a semejantes pasiones que nosotros”, han luchado contra la
tentación, y vencido en la fortaleza del Ayudador todopoderoso. ...
Fuera del Modelo perfecto, en las páginas sagradas no figura un personaje
más digno de admiración que el profeta Daniel. Estando expuesto en su
juventud a todos los engaños de la corte real, se convirtió en un hombre de
integridad inconmovible y de ferviente devoción a Dios. Estuvo sujeto a las
fieras tentaciones de Satanás; sin embargo, no vaciló, y tampoco cambió su
conducta. Fué firme donde muchos habrían cedido; fué verdadero donde ellos
habrían sido falsos; fué fuerte donde ellos habrían sido débiles. Daniel fué
un alto cedro del Líbano. ... Ojalá que la fe, la integridad, y la devoción del
profeta Daniel pudieran vivir en los corazones del pueblo de Dios de hoy.
Nunca se necesitaron tanto como ahora esas nobles cualidades. ...
En la historia de aquellos que han obrado y sufrido por el nombre de
Jesús, no hay ninguno que brille con un esplendor más puro y refulgente
que el nombre de Pablo, el apóstol a los gentiles. El amor de Jesús, brillando
en su corazón, lo hizo olvidarse de sí mismo y ser abnegado. Había visto al
Cristo resucitado, y la imagen del Salvador se había impreso en su alma y
brillaba en su vida. Con fe, valor y fortaleza, para no ser amedrentado por el
peligro o retrasado por los obstáculos, anduvo de un país a otro difundiendo
el conocimiento de la cruz. ...
¿Están los profesos seguidores de Cristo ejemplificando de esta manera
los principios de su fe? ¿Dónde están las profundas, vivientes y santas expe-
riencias que los hombres de Dios solían contar? ¿Se ha rebajado la norma
del cristianismo? ... No; esa norma permanece donde Dios la puso. Los hom-
bres santos de épocas pasadas debieron abandonarlo todo por Cristo, para
fomentar su espíritu e imitar su ejemplo. El no aceptará nada menos que esto
ahora. Cuando seamos llamados a darlo todo por Cristo, ¿quién soportará la
prueba?—
The Review and Herald, 7 de noviembre de 1882
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