Página 75 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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“Y en la ciencia templanza”, 4 de marzo
Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia; y en la
paciencia temor de Dios.
2 Pedro 1:6
.
Al conocimiento se le debe añadir temperancia. “¿No sabéis que los
que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se
abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros,
incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como cosa incierta; de esta
manera peleo, no como quien hiere el aire: antes hiero mi cuerpo, y lo pongo
en servidumbre”.
1 Corintios 9:24-27
.
Los atletas cumplen gozosamente las condiciones necesarias para ser
entrenados, para lograr el máximo de su fortaleza física. No complacen el
apetito, sino que se someten a constantes restricciones, y se abstienen de los
alimentos que los debilitarían o disminuirían la plena capacidad de cualquiera
de sus órganos. Sin embargo ellos pelean “como quien hiere el aire”, mientras
los cristianos están en una prueba real. Los competidores de los juegos buscan
meramente laureles que perecen. Los cristianos tienen delante de ellos una
gloriosa corona de inmortalidad, e incorruptible. Y en esta carrera celestial
hay lugar para que todos ganen el premio. Nadie fracasará si corre bien, si
obra en conformidad con la luz que brilla sobre él, ejerciendo sus capacidades
que, según el mejor conocimiento que tiene, ha mantenido en condiciones
saludables ...
Cualquier hábito o práctica que debilite los nervios o las facultades del
cerebro o la fuerza física, descalifica para el ejercicio de la gracia que viene
después de la temperancia: la paciencia. ...
Un hombre que es intemperante, que usa estimulantes—cerveza, vino,
bebidas fuertes, té y café, opio, tabaco o cualquiera de esas sustancias que
son perniciosas para la salud—no puede ser un hombre paciente. De manera
que la temperancia es un peldaño de la escalera, sobre el cual deberemos
afirmar nuestros pies antes de añadir la gracia de la paciencia. En el alimento,
en el vestido, en el trabajo, en las horas de descanso, en el ejercicio sano,
debemos ser regulados por el conocimiento que es nuestro deber obtener, para
que podamos, a través del esfuerzo ferviente, colocarnos en la debida relación
con la vida y la salud.—
Manuscrito 13, 1884, pp. 4-6
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