Página 77 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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A la paciencia, piedad, 6 de marzo
Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad
para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la
venidera.
1 Timoteo 4:8
.
Después de haber añadido paciencia a la temperancia, debemos seguir
ascendiendo en la escalera del progreso, y añadir piedad a la paciencia. Este
es el resultado de la paciencia. El apóstol Pablo dijo: “Nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia,
prueba; y la prueba esperanza”.
Romanos 5:3, 4
.
Aquí, entonces, tenemos una nueva gracia, la piedad, que debe tener el
espíritu y la semejanza de Jesucristo. El fin que Dios persigue en todo su trato
con nosotros, es elevarnos hacia su ideal divino, y es el que persigue todo el
plan de salvación. ... La corrupción del mundo está procurando posesionarse
de nuestros sentidos; todas las influencias impías, que se advierten en todas
partes, están trabajando para mantenernos en un nivel bajo y terreno—cegando
nuestras sensibilidades, degradando nuestros deseos, debilitando nuestra con-
ciencia, e invalidando nuestras facultades religiosas—, al impulsarnos a prestar
atención a la naturaleza inferior. ...
La preciosa escalera está para alejarnos de todo esto. La atención es atraída
hacia Dios, encima de la escalera. La gloria de allá arriba lanza una invitación:
“Venid más alto”. El corazón es atraído. Se dan pasos ascendentes, uno después
de otro. Y así vamos ascendiendo cada vez más arriba. A cada paso que se
da, la atracción se hace mayor. Mayores y más santas ambiciones toman
posesión del alma. Queda atrás la culpa de la vida pasada. No nos atrevemos a
mirar hacia abajo, hacia aquellas cosas que durante largo tiempo envenenaron
la fuente de la verdad y de la felicidad, y despertaron el remordimiento,
debilitaron y depravaron la voluntad, y reprimieron todo impulso hacia el bien.
...
El propósito de la Palabra de Dios es inspirar esperanza, guiarnos ... a
ascender paso a paso hacia el cielo, con vigor cada vez más creciente. ...
Logramos la semejanza del carácter divino por el impartimiento de su propia
gracia. ... Así como la cera recibe la impresión del sello, también el alma
recibe y retiene la imagen moral de Dios. Somos llenados y transfigurados
por su esplendor, así como la nube—que es negra—adquiere una blancura
inmaculada cuando es llenada por la luz.—
Manuscrito 13, 1884, pp. 8, 9
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