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Obreros Evangélicos
siempre un espíritu profundo, ardoroso y ferviente, pero sereno y
lleno de buen sentido, de modo que se cierre la boca de los contra-
dictores.
Los que estudien detenidamente la Palabra, siguiendo a Cristo
en humildad de alma, no irán a extremos. El Salvador no iba nunca
a los extremos, nunca perdió el dominio propio, nunca violó las
leyes del buen gusto. El sabía cuándo debía hablar y cuándo debía
guardar silencio. Siempre era dueño de sí. Nunca erraba en su juicio
de los hombres o de la verdad. Nunca lo engañaron las apariencias.
Nunca formuló una pregunta que no fuese claramente apropiada,
nunca dió una respuesta que no fuese directa. Acalló la voz de los
maquinadores sacerdotes penetrando bajo la superficie y alcanzando
el corazón, haciendo fulgurar la luz en la mente y despertando la
conciencia.
Los que sigan el ejemplo de Cristo no serán extremistas. Cultiva-
rán la calma y la serenidad. En su vida se verá la paz que se notaba
en la vida de Cristo.
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